Desde hace varios años que me considero una
fanática de los zombies. Mis primeros acercamientos fue con la saga de juegos
Resident Evil; recuerdo el miedo y angustia que me provocaba jugar alguno de ellos
(ni pensar en la sensación que ocurría cuando vibraba el joystick), luego con
varias películas que aparecieron en mi camino: las mismas de RE, Dawn of the
dead, Land of the dead, las graciosísimas Zombieland y Shaun of the dead, entre
muchísimas otras.
Pero a finales del 2010, cuando estaba
trabajando y contaba con mucho tiempo libre (bueno, ahora igual pero no tanto),
leí en una página de internet que se estrenaba una serie sobre zombies, ésta
estaría dirigida por Frank Darabont (el responsable de realizar la gran mayoría
de mis películas favoritas) así que ¿qué mejor?, le di una oportunidad y hasta
el día de hoy no me arrepiento: The Walking Dead es una de las mejores series
que he visto en la vida (junto con mi amada Lost y la grandiosa Game of Thrones)
mejorando en todo ámbito la calidad de este género, incluso a las películas que
ya había visto y a las que sucedieron.
Por el drama presente producto de una
situación tan apocalíptica como el regreso de los muertos a la “vida”, por la
crudeza de las situaciones, el maquillaje (grande Greg Nicotero), y que cada
lunes (religiosamente) no aguante la emoción de un nuevo capítulo; The Walking
Dead: eres una serie de lo más que hay, espero que no me defraudes en esta
tercera temporada.